La lluvia golpeaba la ventana. Cada gota era un acorde que marcaba el compás con que mi mano dibujaba tu silueta. Un relámpago irrumpió en tu cuarto... Iluminó tu cuerpo desnudo y me permitió, por un instante, ser testigo secreto del espectáculo de tu rostro en reposo...
Alertado por aquel presagio del trueno, te abracé y te sentí estremecer contra mí cuando el estruendoso estallido nocturno rompió el silencio que acunaba tus sueños.
La tormenta fue mi compañera en aquella noche en que el desvelo y yo montamos guardia en la fortaleza de tu descanso. Esperamos impacientes el primer resplandor de la mañana para irrumpir con sigilo en tu recinto y posar suavemente mis labios en tu boca para traerte de regreso a mi lado...
"Buen día amor..."
Alertado por aquel presagio del trueno, te abracé y te sentí estremecer contra mí cuando el estruendoso estallido nocturno rompió el silencio que acunaba tus sueños.
La tormenta fue mi compañera en aquella noche en que el desvelo y yo montamos guardia en la fortaleza de tu descanso. Esperamos impacientes el primer resplandor de la mañana para irrumpir con sigilo en tu recinto y posar suavemente mis labios en tu boca para traerte de regreso a mi lado...
"Buen día amor..."
"Buen día..."
.
.
"¡Arriba!... Hay que levantarse..."
"¡Ufaaa...! ¡No quiero ir a trabajar...! ¡Voy a renunciar!..."
"Amor..."
"Mhmmm... ¿Qué?"
"Te amo..."
"Yo también..."
A veces me cuesta distinguir dónde termina el sueño y dónde comienza el día....