miércoles, 9 de abril de 2008

Demasiado bueno para ser cierto.

Lo de ayer fue demasiado bueno para ser cierto.
No podía salir todo tan bien, con tanta impunidad... En algo tenía que fallar. No era concebible que el Esperpento Adiposo devolviera mis objetos así de fácil, con tan buena voluntad. Había algo turbio, y no tardaría mucho en descubrirlo.
Ayer, luego de regresar de posterar fui a contemplar mi "trofeo de guerra". Había dejado la bolsa en la cama... me acerqué dispuesto a abrirla y encontrarme con mi tesoro recién recuperado... Fui sacando una a una las prendas de la bolsa y mi rostro comenzó a desfigurarse por el horror del espectáculo atroz que estaba presenciando... todas y cada una de las prendas en cuestión tenían alguna falla, algún daño.... Una de las bermudas estaba salpicada de lavandina, la otra tenía despegado el botón (no voy a negar que esto me causó mucha gracia, me imagino queriéndosela probar y el botón resistiendo contra toda ley física hasta que es superado por la lógica -un elefante no entra en un corsset- y estalla, revotando en todas las paredes hasta quedar inherte en el suelo, cual cuerpo del delito, víctima involuntaria de su incontinencia gastronómica).
La remera había sido sometida a un "achicamiento" deliberado, o no... Espero que haya sido a causa del lavadero, y no porque la mando a la "costurera", porque sería interesante preguntarle qué lo pudo haber impulsado a sacar tela de donde ya escaseaba... qué atroz motivación se esconde trás sus contorneos públicos apretujado, comprimido, embutido en mínimas prendas cuyas costuras piden a gritos que alguien acabe con esa tortura visual y estéticamente insoportable...
Así es. Lo que pareció un triunfo no fue más que otro fracaso... Ahora tengo una remera diminuta, una bermuda manchada, y otra sin botones. Y encima, no me devolvió los boxers... Pero la verdad no quiero ni imaginarme cómo hubieran vuelto... Mejor que los conserve, trapos para limpiar el baño me sobran.

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