martes, 8 de abril de 2008

Mi dulce desquicio.

Y la paciencia dió sus frutos...
Después de más de 2 meses de des-esperar... (porque fue mucho más que una simple espera... ) acabo de llegar de la casa del Esperpento Adiposo con una bonita bolsa llena de mi ropa... cual trofeo de guerra, como si fuera un preciado botin...
triunfé!!!!, gané la batalla!!!!... Aunque debo admitir que el desgaste psicológico fue terrible!!!!!.

Paso a hacer una cronología veloz de los acontecimientos, para que se den una idea del altísimo costo que tuve que pagar... todo por un par de chucherias. (no, no voy a mentir... las chucherias no eran lo importante, yo ya había puesto en juego mi honor, y no iba a claudicar tan facil... ¡NO!.)

Al rededor del 20 de enero decidí no verlo más. El 30 del mismo mes en un ataque de furia le envié un mail exponiendo mis motivos, trate de hacer gala de todas mis habilidades diplomáticas para repartir culpas y no quedar como un despechado rencoroso. Obviamente, no hubo ningún tipo de respuesta. (el mail queda a disposición de quien lo solicite y quiera leerlo, ja!)
A partir de ahí se sucedió una frenética embestida de mi parte: mensajes de texto todos los días, correos de voz, persecuciones callejeras, y llamadas clandestinas desde teléfonos ajenos (de más esta decir que a mí ya no me atendía...)

Un día decidí ir a su casa, en son de paz, con aquellos objetos de él que estaban en mi poder. No estaba, o se había encerrado en el baño, tengo dudas al respecto. Me atendió el amigo, me recibió las cosas (un gran error táctico haberlas devuelto, aunque si lo pensamos bien, fue una manera de conservar mi integridad: a pesar de todo yo me comporté correctamente... No, no es cierto. Me comporté como un maniático todo el tiempo, pero bueno... prefiero creer que no.)

El momento cumbre de mi desquicio fue el siguiente:
Una noche tomé la determinación de prenderme del timbre del Esperpento Adiposo hasta que abriera su puerta y me devolviera mis pertenencias... Obviamente me puse espléndido, me cambié y me bañé, me puse perfume y allá fui.... Cuando estaba en la esquina lo ví... ví su abultado y robusto cuerpo acomodando una bolsita de basura en la cima del canasto... apuré el paso para alcanzarlo, pero se metió en el edificio antes que yo llegara. En ese momento me percaté de una muy desagradable sorpresa, su departamento tenía un cartel de "se vende" en la ventana...pero aun así había algo extraño... sus viejas cortinas roidas seguian colgadas, entonces decidí tocarle el timbre igual...

Timbre: Riiiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnggggggggggg!!!!!!!!(silencio....)

Timbre:Riiiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnnngggggggggggggggggggggg!!!!!!!!!!!!!!!!!(silencio....)

Timbre:Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnnnnnnnnnnnngggggggggggggggg!!!!!!!!!!(silencio....)

Me quedé en la puerta. Esperé.... se me cruzaron muchas cosas para hacer...yo estaba seguro que el que sacaba la basura era él.... Repentinamente tuve un lapsus. No sé cuánto tiempo transcurrió, pero cuando recuperé la razón, estaba recibiendo insultos -portero mediante- de la vecina del 3ro "A"...

Vecina del 3ro "A": (a los gritos...) Enfffffermitoooo!!!!!!!! andateeeeee!!!! la persona que buscas ACA-NO-VI-VE!!!! entendesssss!!!!! NO-VI-VE!!!!!!!!! andate o llamo a la Policía!

Yo: (con voz chiquitita.... lleeeeno de vergüenza) perdón...

Ahí me dí cuenta que la cuestión no daba para más, que todo esto era una locura, y detuve mis arremetidas psicóticas.... recuperé la cordura... (si es que alguna vez la tuve) e hice de cuenta que nada de esto me importaba.

Así llegó la calma, pero sólo una calma aparente. Una mañana, no hace mucho, amanecí sumamente bélico, con el firme propósito de no dejarme derrotar, y en ultimisima instancia, si no recuperaba mis cosas, El Esperpento Adiposo me iba a escuchar.... Escribí otro mail, violento, agresivo, amenazante, descaradamente patético....

Y no lo envié....

(nuevamente, el mail queda a disposición de quien lo solicite y quiera leerlo, ja!)

Creo que esa fue la mejor decisión que tomé respecto a todo esto... Luego de una concatenación interminable de errores y locuras, había actuado por primera vez con sensatez. Esa misma noche El Esperpento Adiposo me escribió un mail dando las excusas de la demora y pasandome su nueva dirección para que retire mis cosas cuando guste....

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