domingo, 10 de mayo de 2009

Mi cara de él.

(Continuación...)

Una tarde, revisando fotos viejas en mi casa, encontré una foto del último día de clases del jardín de infantes. Recorrí aquellos rostros ya desconocidos una y otra vez, tratando de hacer memoria, de recuperar algún recuerdo, alguna cara. Uno de los chicos me llamó la atención. No estaba seguro. Ya estábamos más grandes, teníamos 10 años, pero estaba casi convencido que ese chico rubiecito que estaba al lado mío en la foto de jardín era el mismo que me robaba suspiros en la maestra particular.

Para no dejar lugar a dudas, fui a hablar con mi mamá.

“¿Ma… quién es este chico?”. “Ese es Fer, tu mejor amigo de jardín. Venía siempre a casa. ¿No te acordás?”

Mi cara se iluminó. ¡Habíamos sido amigos! Habíamos compartido toda nuestra niñez y ahora el destino se encargaba de volvernos a juntar para que pasáramos el resto de nuestra vida juntos.

Ese mismo día me robé la foto del álbum y la guardé en un cajón. Su cara era diminuta, casi imperceptible, típica foto de curso…Pero yo la atesoraba y cada día al levantarme miraba su foto a escondidas, era lo único que necesitaba para que mi día se iluminara por completo.

Como para mí nada es suficiente, puse la foto en el cuaderno de la maestra particular. Y como para mí NUNCA nada es suficiente recorté su carita (quedó un rectangulito de medio centímetro por medio centímetro) y lo pegué en una esquina del cuaderno. No sé si realmente creí que él no lo iba a ver o si lo hice para que la viera y se diera cuenta que la vida estaba esperando para unirnos (estaba convencido que cuando me preguntara le iba a responder eso: “fuimos juntos al jardín, ahora a la particular y seguro al secundario, la vida quiere que estemos juntos”).

La cara de terror de ese pobre chico cuando abrió mi cuaderno y vio SU FOTO pegada. Y no era su foto junto a otros 40 chicos en guardapolvos celestes a cuadros, era SU FOTO: su cara reducida a medio centímetro pegada en el cuaderno de alguien que para él era un completo extraño.

Fer: “Este…. Este ¿Soy yo? Sí, soy yo.”

Dago: (Con su mejor cara de “no sé de qué me hablás”)… ¿Qué?

Fer: Esta foto… ¿De dónde la sacaste?

Dago: ¿Qué foto?...Ahhh… mirá. Ni idea, ¿Sos vos? ¡Estás más chiquito! Se te habrá caído a vos y viste que con el calor las fotos se quedan pegadas. (Desde pequeño soy un as para salir de situaciones complicadas).

Fer: No, yo no tenía esa foto mía.

Dago: Entonces ni idea, ¿la querés? ¿Te la devuelvo? ¿Para qué quiero yo una foto tuya? (¡Por Dios y la Virgen que no se le ocurra decirme que si la quiere! ¡No sabría qué hacer sin su foto!)

Con la punta del portaminas empezó a rasparla hasta que la arrancó y la rompió en pedacitos tan chiquitos que no hubiera podido reconstruirla aunque pasara el resto de mi vida dedicado a ello (y si hubiera podido lo habría hecho). Cada impulso de mi cuerpo me empujó a tirarme al suelo, recoger los restos de su cara, que era mí cara de él, y llorar desesperadamente. Pero soy capricorniano y como buen capricorniano me pude controlar, suspirar profundo y ahogar cada lágrima, tragar saliva y hacer de cuenta que no me importaba en lo más mínimo, mientras que el corazón se me estrujaba en el pecho y se me retorcía hasta dolerme, dolerme de verdad.

La clase transcurrió con normalidad, fuimos juntos hasta la parada de colectivo, pero en vez de subirme con él al 40 como cada tarde, inventé una excusa y dejé que se fuera solo.

Lloré en aquel banco de plaza hasta que una señora se acercó y me preguntó si estaba perdido. Le dije que no. “Estoy triste nada más.”

Cuando había recuperado el aliento y mis ojos habían recobrado su color y tamaño normal retorné a mi hogar.

Ahí estaba mi madre, sentada en el sillón de la galería con una foto en la mano. Una foto a la que le faltaba un rostro. Quise seguir de largo pero me detuvo y me extendió otra foto. “Tomá, acá están Fer y vos solos y se ve mejor. ¡Dejá de romperme las fotos del álbum! ¿Estuviste llorando?”

“No Ma… Me entró una basurita…”

9 comentarios:

Sil dijo...

Tierno y triste a la vez :(

asdasdasd dijo...

Esas son madres!!

Un saludo

Café (con tostadas) dijo...

me quedé con una cosa toda amontonada acá en la garganta...

peor que grande tu madre!

Anónimo dijo...

otro blog de putos

El Humanista dijo...

el anónimo mmmmmm los anónimos me producen molestias vicerales, algo así como molestas flatulencias que duran lo que un pedo.....
bue pero no iba a eso


dago querido

excelente relato, a mi tambien me entró una basurita en el ojo, por favor quiero la segunda parte ya


gracias
gracias
mil gracias

Anónimo dijo...

meencanto tu relato, esta bien nice

Cristian P.Saldivia dijo...

Me gusto mucho esta historia, sobre todo la reacción de tu mamá, que edad tenias en ese momento, no hay cosa más bella que el primer amor infantil homosexual! hermosa historia :)

Cristian P.Saldivia dijo...

Hermoso relato, no hay cosa más bella que leer un relato infantil de este tipo , el primer amor es único, y como abra seguido la relación ?? muchas dudas jaja :) el final mas que perfecto , La actitud de tu mamá es envidiable...

Dago dC... dijo...

jajajaja... la historia como que no siguió...los dos entramos al colegio y nunca más me habló.. y una vez vi que había escrito en una mesa "Dago puto"... o sea... jajaja!